La temperatura bajana unos grados y hacía que una buena parte de los habitantes de Cádiz se decidieran a dar un paseo recogiendo cpn agrado la fresca brisa marina. La posguerra marcaba todavía a una sociedad española que pocos años antes había llegado a su fin, pero poco a poco se iba recobrando la normalidad en un país bajo las cadenas de la dictadura. Aquella tarde gaditana era única para mostrar a modo de pequeño teatrillo cómo vivía la sociedad española de aquella época. La plaza de los toros de la ciudad hacía de improvisado cine de verano, la playa estaba a rebosar, con miles de niños comiendo helados y golosinas. Todo el mundo hacía lo posible para olvidar la tragedia que había marcado los anteriores lustros; sin embargo, el caprichoso destino iba a jugar una broma macabra a los habitantes de la tacita de plata.
Según describen los testigos, un horroroso estruendo y gran destello rojo salpicaron el horizonte. A la vez una honda expansiva cargada de calor y de olor a muerte recorrió en un segundo la bella ciudad andaluza. El ocre del cielo se pudo ver a cientos de kilómetros, mientras que en la bahía, los gritos, el desconcierto y los lloros corrieron raudos como una terrible epidemia. Eran las 21:45 del 18 de Agosto de 1947 una fecha que quedará marcada para siempre en la parte más lúgubre de nuestra historia. Detonaban al unísono 1109 minas de la base número uno de la Defensa Antisubmarina. Casi todas ellas procedían de la Segunda Guerra Mundial, en la que ingleses y nazis pugnaron por el control del estrecho de Gibraltar. Supuestamente estaban desactivadas y se guardaban allí por si en un futuro era necesario su uso o se recilaba su mortífera carga; sin embargo la explosión fue un hecho consumado que grupos antifranquistas en el extranjero atribuyeron incluso a una acción de sabotaje. Hecho que por otro lado jamás ha sido aclarado. En principio sólo podemos afirmar que estallaron sin más. El puerto y los barrios periféricos de Cádiz quedaron seriamente dañados, y el destrozo no fue peor gracias a la vieja muralla que rodea el casco viejo. Ésta hizo de parpadeo y amortiguó la onda expansiva. Todos los militares de la provincia se movilizaron de inmediato, era necesario antes de nada sofocar el incendio que se había provocado, pues quedaba otro número indeterminado de minas que podía también estallar causando más muertes y destrucción. Los cadáveres se iban acumulando en la playa, lugar que también se utilizó para porteger a la población civil hasta que fuera sofocado el incendio de la base naval. Cádiz era en aquel instante una ciudad fantasma.
Cuando el oficial al mando entró junto a otros militares en el almacén que había sido causa de la tragedia, se sentó encima de una de las gigantescas minas que estaban intactas y encendió una cerilla friccionándola contra su rugosa piel de hierro. Dando fuego a su cigarillo miró al resto y les dijo: "No os preocupéis que éstas ya no explotan". El incendio se apagó, pero la herida que se abrió aquella noche tardó varias décadas en cicatrizarse, si es que en algún momento se ha cerrado realmente.
La lista de fallecidos que hay en la actualidad eleva el número hasta 151, cifra que hay que tomas con ciertas reservas pues al régimen franquista tampoco le interesaba que los muertos fueran demasiados. De ahí que haya capítulos como el de los desaparecidos que no quedan demasiado claros. Lo que está fuera de cualquier dicusión son los daños materiales, y es que buena parte de Cádiz y su puerto quedaron simplemente reducidos a un puñado de escombros. Uno de los lugares más castigados due la vieja casa cuna, hogar por otro lado de los que ya eran por sí desgraciados.
- La casa de expósitos
Cádiz tardó años en reponerse de aquel dduro golpe, sin embargo, lo que nos importa ahora es que el año 1956 se alzó sobre aquel solar otro nuevo edificio: la Insitución Provincial Generalísimo Franco, en la que también se educaron a niños con todo tipo de problemas. De aquel inmueble tan sólo queda hoy en día un ala que alberga la sede del Inem y lo que fue hasta hace años la sede de Radio Onda Litoral. Las recientes excavaciones que han sido pertrechadas sobre el mismo lecho han sacado a la luz los restos de una antigua necrópolis romana de la que no se tenía noticia. Es como si desde antaño viejos espíritus hubiesen morado en un mismo lugar. Y es que es preciaamente eso lo que han visto decenas de testigos:espíritus, sombras, fantasmas, almas en pena o llámenlo como quieran. Recuerdos de un pasado oscuro y tenebroso que nos hace pensar que existe otra realidad.
- Sombras, niños y espectros
Andrés Gómez Prat, que era ajeno a esta información, llegó hasta este mismo edificio en 1991 como presidente de la asociación de Radio Onda Litoral. El estudio del citado medio de comunicación estaba situado al final de una escalera que daba a un largo pasillo sin salida. Una noche en la que estaba junto a otro compañero pudo ver cómo dos muchachos vestidos de una forma extraña pasaban corriendo por el pasillo que tenían a su lado. La escena la contemplaton a través del cristal del estudio de grabación. Andrés salió en seguida para llamar la atención de los chavales, pero ante su estupor al salir al pasillo no pudo ver a nadie. Revisó la primera planta del inmueble, y nadie estaba allí. Bajó incluso para hablar con el ordenanza que había en la puerta y comentarle lo sucedido y éste le respondió que era imposible, pues junto a él no había pasado alumno ni persona alguna, además de que el edificio llevaba solo bastante tiempo. Éste, sin embargo, no fue el único incidente que vivió con seres espectrales el bueno de Andrés. Otra madrugada en la que se encontraba grabando cio cómo una monja vestida a la antigua usanza, con un alerón grande sobre su cabeza, pasaba como flotando por el oscuro pasillo que tenía enfrente. Un terrible escalofrío recorrió su espalda. Pensándoselo dos veces salió afuera y de nuevo la nada fue su única compañera.
El caso es que los viejos espectros que han sido contemplados por infinidad de testigos nos siguen desafiando, pues nadie ha podido explicar su intrigante espera.
Almas o simplemente recuerdos de los que se apegaron a un sitio, pueden ser vistas años más tarde por nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario